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BAILANDO

Desechada por una fábrica, esta botella me infundió el espíritu de superación que tienen todas esas personas que tras pasar por un momento malo en la vida se levantan y resurgen con más fuerza.

Encarar el rechazo no es fácil para nadie, tampoco para una botella que se suponía iba a albergar algún buen licor y, a lo mejor, adornar una bonita barra. 

No pudo ser, salió deforme. Pero al colocarla delante de la cámara echó un baile y no pude más que aplaudir.

2001. Madrid.